LOS
ANARQUISTAS EN LA REVOLUCIÓN MEJICANA
de
Pier Francesco Zarcone
No es arriesgado hipotizar que los anarquistas y los libertarios hoy llegados a la media edad (los "panteras entrecanose", se podría decir), durante los años 60/70 del siglo pasado hayan visto con una participación emotiva particular las películas que la cinematografía italiana produjo sobre la revolución mejicana, con cierta frecuencia y en una óptica politizada en el surco del '68. De "Abajo la cabeza a Tepepa", de "¿Quién sabe?" a "Vamos a matar compañeros", para no hablar del la anterior y mítica "¡Viva Zapata"!.
Pero con toda probabilidad a los más no fue notorio (y no lo es quizás tampoco hoy) cuál hubiera sido el papel desarrollado por los anarquistas y el anarquismo mejicano en aquellos lejanos acontecimientos. Ninguna sorpresa, en el fondo: se trata de otra página de la historia anarquista que queda escondida por los varios medios de comunicación, (especializados en no proveer de aquél que sirve realmente) y en todo caso pertenece a aquella América latina que ha quedado poco conocida en Europa por mucho tiempo.
La misma cinematografia sobre indicada, en el fondo, a menudo no va mas allá de los aspectos exteriores, guiñando socarronamente a los humores de un público influenciado por una atmósfera de revuelta generalizada. Cosa igualmente normal, en cuánto la cinematografía recibe oxígeno por el capital, y dentro de las lógicas rigurosas del sistema: una cosa es hacer dinero también instrumentalizando la contestación, y otra cosa es hacer conocer lo que no conviene.
El verdadero radicalismo revolucionario no paga: el capital logra siempre concluir asuntos hasta con los comunistas autoritarios, pero con los anarquistas no. Y entonces el juego está hecho: en la presentación (cargada todo por límites inherentes a las exigencias de espectacularización) de gloriosas páginas revolucionarias el papel de los anarquistas y libertarios tiene que pasar bajo silencio; o bien - como ha ocurrido y ocurre por la Revolución española, en cuyo estuvo presente un evidente y no ocultable fenómeno anarquista de masa - el empeño se manifiesta en la denigración, en callar sobre sus realizaciones, a lo mejor con la colaboración de algunos supuestos anarquistas/liberales, de alma blanqueada, dispuestos a asociarse con los coros falsos sobre la "crueldad de los anarquistas" durante los hechos revolucionarios.
Redescubrir en la óptica del anarquismo las páginas de historia de la Revolución mejicana tiene un dúplice relieve: a) histórico, en cuánto se trata de la primera Revolución del siglo XX° que, sin la influencia anárquica habría estado sin duda diferente; b) político actual, ya que sus instancias se enlazan directamente al fenómeno zapatista del EZLN en el Chiapas de hoy, y por extensión pueden ser proyectadas sobre la reanudación de dinamismo por el anarquismo comunista latino/americano en este nuevo milenio.
LÍNEAS SINTÉTICAS SOBRE LA HISTORIA MODERNA DE MÉXICO
La Revolución mejicana por mucho tiempo ha sido considerada en Europa como una especie de folkorica y confusa jaquerie indio/mestiza, de escasa valencia politico/ideologica, que ocupa un sitio secundario en la historia. Valoración indudablemente restrictiva.
Méjico ha tenido y tiene sin duda una historia trágica, que se manifiesta en el imaginario colectivo de su pueblo, que atribuye una connotación femenina a la madre/terrra, otorgarle el papel de Chingada (la violada); e hijos de la Chingada son los mejicanos. La tragedia de Méjico no ha tenido origen en la conquista española, por cuánto esta haya sido vivida como una catástrofe cósmica, que ha comportado el fin de un mundo en la sangre y en la destrucción, en la colonización forzada de las ruinas del país y de la psique misma de las personas.
Ya la azteca fue una dominación sangrienta de un pueblo minoritario cuyo imperio - según la ideología religiosa corriente - tenía que ofrecer continuamente sacrificios humanos a sus dioses. Los españoles, además de una nueva lengua, nueva religión, nuevos órdenes, llevaron enfermedades que diezmaron los sobrevivientes de las guerras de conquista, una explotación salvaje de indígenas y mestizos (nacidos después de la conquista), y para todos - dominantes y dominados - la oscura opresión espiritual de la Inquisición.
En el siglo XIX° los vientos originado por la Revolución francesa y el napoleonismo llegaron también a Méjico, y dikeron fuerza a los movimientos para la independencia de España. Pero hay aquí en relevante elemento diferencial con respecto a otros paises de la América latina. En Méjico el movimiento independentista no fue animado por miembros de las clases privilegiadas (como en otros lugares por los Bolívar, Miranda, o San Martín), sino por peones indígenas y mestizos, conducidos por dos curas campesinos, primero Miguel Hidalgo (1810-1811) y luego José María Morelos (1814), ambos derrotados y fusilados por los españoles.
El mestizo Agustín Itúrbide en el 1821 llevó Méjico a la independencia y el año siguiente se hará proclamar a emperador, para acabar en el 1824 delante de un pelotón de ejecución. Será luego la vez del general António López de Santa Ana conducir Méjico republicano desde el 1835 hasta el 1855; y Santa Ana tendrá que versela con la incipiente voracidad yanqui. En el 1835 hubo la secesión de los colonos norteamericanos de Tejas (cuya entrada en la región fue incaautamen te favorecida por el mismo gobierno mejicano), que en el 1836 - después de la efímera victoria de Santa Ana a Álamo - se concluyó con la independencia tejana.
Los
Estados Unidos se adjuntaron Tejas en el 1845, y en el mismo año (agitando la
bandera del "destino manifiesto"; el suyo) encontraron el modo de
azuzar una guerra contra la república mejicana, concluida en el 1848 con el
tratado de Guadalupe Hidalgo que arrancó de México ulteriores territorios:
Alta California, Arizona, Nuevo Méjico, Colorado,
Depuesto Santa Ana en el 1855 (el huyó a Cuba) llegó por fin a la Presidencia el indio Benito Juárez, liberal radical, que de la defensa de la independencia de lo que quedaba de Méjico quiso pasar al más amplio horizonte de Reforma de la orden social mejicana. Lo que quería decir lucha a la conservación feudal, a las oligarquías del latifundio y - por natural consecuencia - a la iglesia católica, que sempre fue un sólido baluarte político, económico y espiritual en favor de ambas.
Méjico hundió de nuevo en la guerra civil azuzada por las derechas reaccionarias y conservadoras, con lo agravante de una intervención extranjera – Francia, España y Gran Bretaña - en el 1864, a motivo de la interrupción en el pago de las deudas exteriores de la república mejicana, a causa de dificultades económicas. Napoleón III° emeprador de Francia tuvo reales punterías expansionistas e invadió el país uniéndose con la oposición de derecha a Juárez. Massimiliano de Habsburgo aceptó la corona imperial ofrecida por los conservadores, sin reales bases de consentimiento en el país, sólo respaldado por las bayonetas francesas.
La reacción armada de Juárez y los suyos hizo concluir la aventura de Massimiliano en el 1867 con su fusilamiento en Querétaro.
Después de la era de Juárez empezó, en el 1876, el período dictatorial de Porfirio Díaz, ex general juarista, que empantanó la Reforma (que sin embargo no salió nunca de los esquemas liberales) creando aquel polvorín social que estallará en el 1910.
En
aquel año frente a 840 grandes terratenientes existían en Méjico acerca de 12
millones de jornaleros sin tierra. Las grandes haciendas
tenían extensiones iguales a aquella media de una provincia europea, y los hacendados
eran prácticamente dueños absolutos de hombres y cosas. El ejército -
armado con cañones y fusiles alemanes y ametralladoras estadounidenses - fue el
verdadero soporte del régimen de Díaz.
En
todo el mundo occidental no existía una clase social dotada de un tren de vida
y poder comparable a aquellos de los terratenientes
y propietarios de minas
mejicanos (en aquel período en México fue localizado acerca de un cuarto de la
producción mundial de la plata).
Los dos principales pilares del sistema de los haciendas fueron:
las tiendas de raya = tiendas de yernos comestibles, licores y ropas de baja calidad, de que fueron propietarios los mismos hacendados, y donde los peones fueron obligados a hacer sus compras también, y sobre todo, a crédito; con este sistema el dueño - frente a mercancías de poco valor, revendidas a precios superiores - casi recuperaban todo el dinero erogado en sueldos, y los peones endeudados no podian mudar hacienda antes de haber pagado sus deudas (el sistema todavía está en uso en muchas partes de América del Sur);
la ley de fuga = con base en la que el peón fugitivo podía ser matado por el dueño; para los jornaleros rebeldes un castigo muy usado consistió en enhebrarlos en un foso, dejando fuera de ello la cabeza, para hacerlos luego pisar por los caballos al galope.
Naturalmente
mujeres e hijas de los campesinos fueron carne de cama por los hacendados
(por ejemplo, fue justo esta situación contra la hermana a estar al origen
de la carrera de bandolero de Francisco Doroteo Arango, llamado Pancho Villa,
antes de la Revolución).
Mientras
el pueblo vivía en un estado de extrema miseria – acerca del 70%
de la población sólo se alimentaba de tortillas
de maíz - las importaciones de yernos superfluos y de lujo por las
exigencias de los ricos hicieron salir del país un río de dinero en oro y
plata hacia los Estados Unidos y Francia. Otro consistente río de oro salió de
México en virtud de los útiles que el gobierno de Díaz aseguró a las
inversiones de capitalistas extranjeros. En el 1910 acerca del 97% de las minas
estaba en las manos de estadounidenses, ingleses y franceses. Sociedades USA
detenían todos los pozos petrolíferos destapados en Tampico, Tuxpán,
Matamoros y Reinosa, como incluso la mayor parte de las minas de plata y oro de
la Sierra Occidental y de la Sierra del Sur.
Cuando en el 1910 el polvorín estalló, hubo la primera revolución social del XX° siglo: Revolución intensamente campesina y no ya urbana, cuyo influjo sobre los otros países del área fue enorme. Por ejemplo, sin ella no se explican ni Augusto César Sandino en la Nicaragua ni Farabundo Martí en El Salvador.
LOS
ORÍGENES DEL ANARQUISMO MEJICANO
Contrariamente
a cuánto se puede pensar con base en los pocos escritos existentes en italiano
sobre el tema, el anarquismo mejicano no nace para nada con el pensamiento y la
obra de Ricardo Flores Magón (1874-1922), sino al menos 50 años antes de la
gran revolución del 1910. Los exordios ocurren en el cuadro del desarrollo de Méjico
después de la independencia y de su mayor abrirse a las influencias europeas.
Como
fue obvio, la independencia no solucionó ninguno de los problemas del país e
inició un largo período de convulsiones interiores (políticas y
socio/economiche), dictaduras, intervenciones militares extranjeras (EE.UU. y
Francia), pérdida de casi mitad del territorio originario tragada por el
imperialismo yanqui, motines populares y represiones. Problemas, sin embargo,
que continúan hasta a hoy – a pesar del cambio de contextos seguido a la
Revolución del 1910, por la normalización que efectuó la burguesía
“radical” salida de ella vencedora.
Fracasada
en el 1824 una tentativa de Robert Owen, dirige a instalar en Tejas (región que
a la época era mejicana) un experimento de su sociedad perfecta de Nueva Armonía,
la historia del anarquismo en Méjico empezó con el inmigrado griego Plotinós
Rhodakanaty. Inspirado por las ideas de Fourier y Proudhon, y asumida un cierto
conocimiento de los problemas de los campesinos explotados por los propietarios
de tierra, Rhodakanaty quiso dar impulso a una organización campesina,
apuntando a constituir un sistema socialista de colonias agrícolas.
Co
el objetivo de hacer prosélitos, publicó Cartilla Socialista, una especie de catecismo fourierista. No
habiendo logrado reunir un número suficiente de personas para una colonia agrícola,
entró en una escuela preparatoria, y haciendo propaganda para el socialismo
libertario logró formar en el 1863 un grupo de estudio - el Grupo
de Estudiantes Socialistas – del cual provendrán los mayores
exponentes del movimiento socialista mejicano: Santiago Villanueva, organizador
del primero movimiento obrero en el país; su colaborador Hermenegildo
Villavicencio; Francisco Zalacosta, figura de relieve en las futuras luchas
campesinas.
Acabada
su formación en el 1864, estes estudiantes darán vida a la primera organización
mutualista mejicana, la Sociedad
Particular de Socorros Mútuos, dándole una orientación socialista
libertaria. Del mismo grupo de estudiantes nació en el 1868 una sociedad oculta
de impostación bakuninista – La
Social-Sección Internacionalista - que se desvaneció en el 1868, para
formarse de nuevol en el 1871 (con socios fundadores Rhodakanaty, Villanueva,
Zalacosta y Villavicencio), ejerciendo un notable influjo sobre la creación de
los movimientos campesino y obrero en el curso del siglo.
En
el mayo 1865 Zalacosta, Villanueva y su grupo desarrollaron un papel importante
en las agitaciones que llevaron a la primera huelga, aquella de los trabajadores
de las fábricas textiles de San Idelfonso Tlalnapantia y La Colmena, acabados
con la intervención armada del gobierno.
Después
de esta derrota, Villavicencio y Villanueva crearon otra sociedad bakuninista,
la Sociedad
Agrícola Oriental que en los años ‘60, ‘70 y ‘80 del siglo fue
el centro principal de la actividad anarquista en Méjico. Mientras Rhodakanaty
continuó en los esfuerzos para constituir comunas agrícolas, y organizó junto
a uno de ellas en Chalco una escuela para campesinos - la Escuela del Rayo y del Socialismo -
según los principios del socialismo libertario. Uno de sus estudiantes más
dotados fue Julio Chávez López.
Chávez
López era un partidario del recurso a los métodos drásticos y a la acción
directa, lo que le puso en contraste con el arraigado pacifismo de Rhodakanaty,
que acabó por dejar la Escuela en el 1867.Successivamente Chávez López
desarrolló un papel activo en las luchas sociales, lo que hizo de él un
precursor del zapatismo.
Reunidos
a algunos compañeros con sus mismas ideas, Chávez López empezó a atacar
haciendas, primero en las zonas de Chalco y Texcoco, luego en el Morelos
meridional, en San Martín Texmelucán y Tlalpán. En el 1869 el gobierno envió
una expedición militar que hizo sólo crecer el apoyo popular a la revuelta,
tanto que en el abril del mismo año Chávez López tuvo la osadía de publicar
un Cartel en que incitaba al pueblo mejicano a la sublevación armada general.
La
importancia de su Cartel está en el hecho de que, por la primera vez en la
historia mejicana, la lucha de los campesinos viene conceptualmente y
conscientemente integrada en la lucha de clase, en el cuadro del contexto histórico
específico de aquel país, con clara determinación de los papeles y
responsabilidades de las clases dominantes. Además el Cartel propugnó la
sustitución del gobierno nacional con un sistema de autogobiernos locales.
Capturado después de poco tiempo, y luego exitoso a huir, Chávez López retomó
la lucha contra el ejército hasta cuando, de nuevo capturado por las tropas del
Presidente Benito Juárez, fue
fusilado el 1° de septiembre de 1869.
La
derrota y muerte de Chávez López, la vuelta de Rhodakanaty a su patria, la
falta de progresos de La
Social y de la Sociedad
Particular de Socorros Mútuos, sin embargo no representaron el fin del
iniciado anarquismo mejicano. En el ínterim Villanueva y Villavicencio
constituyeron la Sociedad Artística Industrial,
que teve un influjo fundamental sobre el desarrollo del movimiento obrero,
iniciando una intensa acción de proselitismo en la zona de la capital entre el
1866 y el 1867. En el verano del 1868 los trabajadores de la fábrica textil La
Fama Montañesa de Tlalpán, organizados por Villanueva, efectuaron la primera
huelga lograda en la historia mejicana.
Este
acontecimiento dio ulterior impulso a la actividad organizativa, y en el 1870 -
siempre por estímulo de Villanueva - fue creado el Centro
General de los Trabajadores Organizados, que después tomó el nombre de
Gran Círculo de Obreros Méjico.
Villanueva murió en el 1872, pero ya el movimiento se encaminaba, y en el 1876
los esfuerzos para la creación de una organización nacional llevaron al Congreso
General Obrero de la República Mejicana; y paralelamente, entre el 1877
y el 1878, La Social alcanzó lo máximo de su expansión, de modo que en
aquella fase los anarquistas fueron hegemónicos en el movimiento obrero.
En
el 1878 se formó el Partido
Comunista Mexicano, de tendencia bakuninista, disuelto bien pronto por
la represión de Porfírio Díaz.
A
pesar de la derrota de Chávez López, el movimiento campesino siguió obrando,
encontrando apoyo en la prensa obrera de la capital. A la época, por lo tanto,
apareció una grieta política entre mundo obrero y mundo campesino que se
averiguará luego durante la Revolución, y que será - en fin - dañosa para
ambos. En la década 1870/1880 el más importante animador del movimiento
campesino mejicano fue José María González.
Establecido
el largo régimen dictatorial de Porfirio Díaz, el grupo bakuninista organizado
de La
Social
elaborará un plan revolucionario, acogido favorablemente por grupos
campesinos, que prevía la disolución del gobierno nacional, la creación de
ayuntamientos autónomos, una radical reforma agraria, la final abolición del
sistema salarial, la formación de bancos territoriales para sustentar la venta
de los productos agrícolas y la creación de un Falansterio Social para regular
el trabajo urbano y rural. A sostén de esta iniciativa Zalacosta formó un
Comité de Coordinación, el Gran
Comité Central Comunero.
En
el cuadro de estas agitaciones el coronel Alberto Santa Fé, a través de
la prensa obrera, publicó la asillamada Ley del Pueblo, considerada el documento agrarista más sofisticado
y complejo del período anterior a la Revolución. Santa Fé por esto acabó en
prisión.
La
represión del gobierno empezó a desarrollarse con dureza: Francisco Zalacosta
fue fusilado en Querétaro en el 1880, dos revueltas fueron ahogadas en la
sangre por el ejército federal, círculos anarquistas fueron cerrados y
progresivamente el gobierno logró asumir el control del movimiento obrero. Un
duro golpe al movimiento anarquista de las cooperativas fue dado con la medida
que sancionó la ilegalidad de ellas, y cuando la norma fue revocada, la
legalización de las cooperativas fue subordinada a la reglamentación y al
control del gobierno. Ulteriores tentativas de revuelta fueron tronchadas, como
ocurrió en el 1886 con la del general Miguel Negrete, que en precedencia dio su
apoyo a la acción de Chávez López en el Estado de Morelos. Negrete fue
fusilado en aquel año.
Recordamos, por fin, que entre el 1898 y el 1899 el anarquista catalán J. Zaldivar constituyó grupos anarquistas en la península de Yucatán.
EL
SIGLO NUEVO - RICARDO FLORES MAGÓN
Al
asomarse del 900 el anarquismo mejicano ya aparecía emancipado por las
tendencias cooperativistas, desplazándose hacia una posición
anarcosindicalista y más dura en la lucha de clase, gracias también a la
presencia y al influjo de inmigrados anarquistas españoles. Y fue al principio
de este siglo que el anarquismo mejicano, en virtud de la obra de Ricardo Flores
Magón, vino a contar con una poderosa organización política.
Ricardo
Flores Magón con sus dos hermanos - Jesús y Enrique - hizo su exordio en política
participando en las manifestaciones contra una nueva candidatura de Porfirio Díaz
a las elecciones presidenciales del 1892. Poco después él publicó la revista El
Demócrata, progresivamente desplazándose hacia posiciones de izquierda
libertaria. El 7 de agosto del 1900, por influencia de Paulo Robin - pedagogo
libertario, compañero de Bakunin y antiguo miembro de la Comuna de París -
junto a sus dos hermanos y Antonio Horcasitas, fundò el periódico Regeneración
, prestissimo vuelto a ser el agujero de una maciza e intransigente oposición
al régimen de Díaz.
El
30 agosto del mismo año, en San Luís Potosí, Camilo Arriaga publicó el Manifiesto
del Partido Liberal, empezando un proceso que en el 1905 llevará a la
constitución del Partido
Liberal Mexicano (PLM). Ricardo Flores Magón adhirió formalmente a
este proceso en el 1901.
El
constituido Partido Liberal se
dio un programa burgués muy radical inicialmente, tanto que su sección
relativa a la Plataforma
sobre el Trabajo fue en fin adoptada por la mayor parte del movimiento a
obrero mejicano durante la Revolución.
Mientras
tanto la situación social en el país se deterioraba ulteriormente, con una
progresión que de allí a pocos años habría llevado al más radical trastorno
que Méjico haya conocido desde la conquista española.
Contra
este campo antireeleccionista de Regeneración
se acaloró la represión del gobierno, y la revista interrumpió
temporalmente las publicaciones. Ricardo y Enrique Flores Magón se refugiaron
en los Estados Unidos, y en el noviembre del 1904 lograron retomar la publicación
de la revista (verdadera espina en la cadera de la dictadura de Díaz) en San
Antonio, Tejas. La permanencia estadounidense de Ricardo fue afligida por las
numerosas detenciones padecidas por instigación del gobierno mejicano, y pasó
en las prisiones norteamericanas la mayor parte de los siguientes años de su
vida, hasta cuando murió en el 1922, aunque logró explicar una
influencia de relieve sobre la Revolución.
En
el junio del 1906 una huelga de los trabajadores de la sociedad estadounidense
Cananea Copper Company, de Sonora, llevó a dos días de feroces choques a fuego
entre los huelguistas y... los Rangers de Arizona (!), llamados por la Dirección
de la cananea, encontrándose lejanas las tropas mejicanas. Otra huelga
importante fue, en diciembre, aquella de la fábrica de Rio Blanco en Orizaba,
organizada por un grupo de trabajadores que se afiliaron al PLM. El malo
resultado de la agitación comportó escaramuzas con el ejército que pisó la
revuelta.
El PLM - cuyos más importantes exponentes, además de Ricardo Flores Magón, fueron Práxedes Guerrero, Juan Sarabia Villa Real, Enrique Flores Magón, Librado Rivera y Manuel Sarabia) organizó bien 44 grupos clandestinos de guerrilleros esparcidos en todo el país (en media un grupo estaba compuesto por 50 personas, pero también hubieron grupos de 300), que tuvieron su centro directivo en Douglas, Arizona; pero los tiempos no estaban todavía maduros. La mayor parte de los revolucionarios del PLM en Douglas fue parada por los Rangers de Arizona y una revuelta en Vera Cruz, conducida por Hilario C. Salas, fracasó. Sin embargo, el prestigio del PLM salió enormemente aumentado.
Otro
ámbito en que el PLM obró fue el indígena. Respecto a esto va preliminarmente
aclarado que la resistencia de los indios contra
la opresión de derivación europea no se paró nunca, en sus varias formas
también armadas, hasta a hoy, y que las naciones indígenas de México siempre
fueron un sujeto activo en las convulsiones sociales que periódicamente han
revuelto el país. La resistencia india siempre
ha reivindicado los tradicionales derechos comunitarios, luchando contra la
propiedad capitalista.
Remonta
al 1906 la primera tentativa del PLM de tomar contacto con la realidad indígena
para una lucha armada contra Díaz. Javier Guinetea fue encargado de ello con
referencia a la tribu yaqui de Sonora, cuya ferocidad bélica fue espantosamente
legendaria en todo el país. No se trató él un simple movimiento táctica,
sino fue la expresión de la sensibilidad magonista hacia el mundo indio.
La
realidad comunitaria de la vida indígena (hasta hoy día viva en Méjico) no
podía no influenciar la evolución libertaria de Ricardo Flores Magón, y el
comunalismo indígena representó
uno de los ases portantes de su pensamiento, cuya esencialidad no escapó a los
directos interesados. Demuéstralo un comunicado del 15 de julio de 1914, justo
de la tribu yaqui (siempre tratada por las autoridades mejicanas como si fuera
un revoltijo de animales feroces, de matar o esclavizar): “Con
la mano sobre el corazón os invitamos a venir a este campamento, dónde seréis
recibidos con los brazos abiertos por vuestros hermanos de miseria. No tenemos
palabras para expresar nuestra apreciación por los sacrificios echos por
nosotros, y esperamos que siempre estéis bien dispuestos a apretarnos las
manos, hasta que el capitalismo no haya desaparecido de esta región yaqui y la
bandera roja de Tierra y Libertad ya no tenga que combatir a enemigos “.
La
huelga de la Cananea fue solamente un episodio de la secuela de agitaciones
sociales que revolvieron el país y que también continuarán sucesivamente.
En
este vórtice de acontecimientos, el PLM - bajo el influjo de Ricardo Flores Magón
- entró en una dinámica de superación de las originarias finalidades
radicales, dirigidas esencialmente a cazar a Porfirio Díaz y restablecer los
derechos civiles y políticos en el país. Finalidad y posiciones que todavía
en el 1905 le permitieron a Francisco Madero (1873-1913) de manifestar piropo
por el PLM y de contribuir económicamente a las necesidades de Regeneración.
Pero ya en el 1906 Madero disintió de la declaración del PLM acerca de lo
ocurrido agotamiento de los medios pacífico para combatir a Díaz. Está en el
1907 que se completó formalmente el camino de Ricardo Flores Magón hacia el
anarquismo, iniciado en el 1900 moviendo de las obras de Kropotkin, Bakunin,
Jean Pesado, Malatesta, Gorki.
Radicalización
libertaria que concernió también la mayoría del PLM, por el efecto combinado
de la participación a los movimientos del 1906 y el apoyo dados por el partido
al movimiento obrero: lo que llevó a la completa rotura con Madero.
Naturalmente el PLM padeció las deserciones de cuántos no compartieron la
vuelta y esto al final acentuó el radicalismo de Ricardo y la mayoría del PLM.
La permanencia en los Estados Unidos de Ricardo Flores Magón y sus compañeros, como sobre señalado, fue todo otro que un destierro dorado. Los gobiernos estadounidenses después del asesinato del Presidente Mc Kinley en el 1901, había declarado guerra a los anarquistas, objetos de pesadas represiones que luego en los años 30 llevaron a la sustancial liquidación del anarquismo en aquel país.
Las
autoridades USA se dieron bien pronto cuenta de que los magonistas, y sobre todo
Ricardo, no constituían sólo un problema mejicano, sino también pudía
volverse en problema en la casa misma de los yanquis, por la capacidad de
galvanización de su líder. Ya en el
1907 casi toda la dirección del PLM desterrada en los Estados Unidos fue
detenida por presión del gobierno de Díaz. La persecución judicial no se paró
y los desterrados magonistas a menudo acabaron bajo proceso por sus ideas y con
la excusa de ocurridas violaciones de la neutralidad estadounidense con respecto
de los asuntos de Méjico (¡santa hipocresía yanqui!).
Ricardo pasó en cárcel más de mitad de los 19 años de su permanencia más
allá del Rio Grande, asistiendo impotente al progresivo deteriorarse, en su
ausencia, del PLM, de que una parte acabó por confluir entre las hilas de los
maderistas, por en fin ulteriormente dividirse entre las varias facciones que
empezaron a combatir a Madero.
LA
REVOLUCIÓN
El
20 de noviembre de 1910 estalló la Revolución contra Díaz, y después de la
batalla de Ciudad Juárez vencida por las fuerzas revolucionarias de Pancho
Villa y las dimissiones/fuga del dictador el 25 de mayo de 1911, Madero se
convirtió en Presidente de la República por las elecciones presidenciales del
1° de octubre.
Por
cuánto concierne a los magonistas - aunque la represión USA paralizó la
dirección del PLM en destierro - los revolucionarios del PLM fueron
protagonistas de la liberación de la Baja California, dirigidos por Ricardo
Flores Magón, momentáneamente en libertad en los Estados Unidos. El 29 de
enero de 1911, conducidos por José María Leyva y Simón Berthold, guerrilleros
del PLM conquistaron la ciudad de Mexcali, contando con una fuerza de solos 18
hombres, que subieron rápidamente a 500, de que acerca de 100 (ejemplo de
verdadero internacionalismo revolucionario) fueron norteamericanos wobblies
del sindicado Industrial Workers of
the World (IWW): entre ellos Frank Little y Joe Hill. Jack London escribió
un cartel en favor de estes revolucionarios, en cuyo les se garantizó el apoyo
del corazón y el alma de “socialistas,
anarquistas, vagabundos, ladrones de pollos, proscritos y ciudadanos indeseables
de los Estados Unidos de América “. Las tentativas de las tropas
federales de reconquistar Mexcali fracasaron.
Los
magonistas, además, consiguieron victorias en otras localidades de Nuevo León,
Chihuahua, Sonora, y en el marzo del 1911 Prisciliano Silva del PLM conquistó
Guadalupe en el estado de Chihuahua, y en junio Casas Grandes, en la misma región.
En el verano, en cambio, Madero mandó sus armados a retomar con la fuerza el
control de la Baja California, y los revolucionarios anarquistas del PLM
padecieron una dura derrota militar.
Madero
vuelto Presidente formó un gobierno burgués que no tuvo alguna intención (ni
podùa ser de otra manera por la formación de sus miembros) de ir más allá
del liberalismo democrático en política.
Los
magonistas desterrados en los EE.UU. lanzaron un cartel al pueblo mejicano para
que abrazara la causa anarquistas, no propusieron a ningún candidato por la
Presidencia ni un nuevo tipo de gobierno: sencillamente llamaron a luchar por la
emancipación económica de las clases trabajadoras, por la expropiación de las
tierras de los latifundistas y por la colectivización de los otros medios de
producción industrial y de toda la riqueza social, y a oponerse a la formación
de un gobierno como condición indispensable para un sistema de auténtica
libertad.
Estando
claro que las esperanzas suscitadas por Madero quedaban tales, ya en el 1912
estuvieron en lleno desarrollo las revueltas contra el nuevo régimen, de las
cuales realmente revolucionaria era aquella conducida por Emiliano Zapata en el
Sur, partiendo del Estado de Morelos. El 25 de noviembre 1911 Zapata lanzó el
famoso Plan
de Ayala, el documento ideológico de la revolución campesina.
Zapata
no fue formalmente anarquistao, pero sus objetivos fueron los mismos de los
anarquistas, empezando de la bandera de Tierra
y Libertad que fue propia de los magonistas en los primero años del siglo,
y que Zapata retomó. El acuerdo entre Zapata y los miembros libertarios del PLM
estaba por lo tanto en la orden de las cosas, y no constituyó alguno un obstáculo
la más amplia prospectiva política de Ricardo Flores Magón con respecto de la
de Zapata
Además
de las sangrientas represiones en el Sur contra los zapatistas hubieron en el
Norte (Chihuahua) aquellas contra Pascual Orozco (que en la época se rebelada
sobre posiciones de izquierda), con un papel militar creciente atribuido por
Madero al general Victoriano Huerta (su futuro Pinochet), que - sin tener éxito
- trató de fusilar a Villa. El 16 de octubre de 1912 en Vera Cruz fue reprimida
una tentativa de revuelta conducida por el general Félix Díaz (nieto del ex
dictador). Hasta que, en el febrero de 1913, después de una fracasada tentativa
de golpe de estado en Ciudad de Méjico, conducida por el general porfirista
Mondragón, Huerta (activamente apoyado por el embajador estadounidenses Lane
Wilson, atado a los empresarios petrolíferos de su país) aprovechó la ocasión
para hacer matar Madero y tomar el poder.
Estos
hechos azuzaron una terrible guerra civil (cerca de 800.000 muertos) que vio
luchar contra Huerta y el ejército federal varias facciones (que luego lucharán
entre sí), conducidas por Pancho Villa en Chihuahua, Emiliano Zapata en
Morelos, Venustiano Carranza en el centro y Álvaro Obregón en Sonora.
Hacia
el fin del 1914, Ricardo Flores Magón hizo presente en un comunicado a los
trabajadores EE.UU. que “Si en la
superficie de este terrible conflicto vienen los nombres de Villa, Carranza o
alguna otra personalidad que, con base en lo que enseñan las acciones de ellos,
no tienen otro objetivo que la toma del poder, la verdad es que estos hombres no
son la revolución sino simples líderes militares que tratan de satisfacer los
mismos deseos personales a gastos del movimiento popular “. Y proféticamente
concluyó que “Si se pisa la revolución
económica los trabajadores norteamericanos sufrirán las consecuencias, por una
inmigración de trabajadores mejicanos en medida bien mayor de lo que ha
ocurrido en los diez o quince años pasados, con una inevitable baja de los
sueldos... La riqueza de los magnates irá hacia México, un campo ideal para
todos los tipos de aventureros y explotadores; fabricantes de los Estados Unidos
se trasladarán a México que se transformará en un territorio ideal para los
negocios a causa de los sueldos baratos “.
En
la lucha contra Huerta, Venustiano Carranza fue el hombre político de mayor
relieve y aparentemente el líder de
la coalición. En el 1914 la guerra civil - en la cual las exigencias de la
revolución social y agraria de indios y
peones se entrelazaron de nuevo con
los aspectos politicos/democraticos - asumió un curso negativo para Huerta, que
logró huir, y Carranza tomó el poder gracias también al prestigio nacional
adquirido con su vigorosa reacción a la temporal ocupación de Vera Cruz
(previo bombardeo) de parte de los marines
USA el 24 de abril de 1914.
Pero
la guerra civil no acabó con la entrada de Carranza en Ciudad de Méjico el 20
agosto de aquel año. Los contrastes políticos y/o personales entre las varias
facciones y sus mayores exponentes llevaron a una tentativa de composición por
una Convención que se reunió por la primera vez en la capital el 1° de
octubre de 1914.
Villa y Zapata no os participaron ni tampoco enviaron a sus representantes. La Convención se trasladó a Aguascalientes (que estaba fuera de la zona de influencia de Carranza) y por mayoría se manifestó contraria al mantenimiento de Carranza como jefe del ejecutivo provisional, y asignó el encargo al general Eulalio Gutierrez, que confió a Villa el mando del ejército convencionalista. El 24 de noviembre Zapata ordenó a su ejército (que alcanzó el número de unos 25.000 hombres) de marchar sobre Ciudad de México, cosa que hizo Villa también (él habiía aceptado el Plan de Ayala) de acuerdo con Zapata: el 10 de diciembre de 1914 villistas y zapatistas ocuparon la capital.
Pronto
los contrastes estallaron entre Villa (más que nunca caudillo) y Gutierrez, que
huyó de la capital. La situación precipitó en el caos, frustrando la
conquista de Ciudad de México a toda ventaja de Carranza, cuyas tropas -
conducidas por el óptimo general Obregón - en el 1915 derrotaron a las tropas
de Villa en Celaya y luego, definitivamente, en la batalla de Agua Prieta.Villa
logró huir de la captura con pocos hombres.
El
reconocimiento USA al gobierno de Carranza hizo perder la cabeza a Villa: en el
enero del 1916, durante el asalto a un tren en Sonora, Villa hizo matar a 15 técnicos
mineros norteamericanos que allí viajaban, y el 9 de marzo é pasó la frontera
confín con el estado norteamericano de Nuevo Méjico saqueando la ciudad de
Columbus: lo que provocó la intervención en la regiones septentrionale de Méjico
de una columna militar USA que – sin embargo – ni siquiera logró verle en
los prismáticos. Villa acabó luego por concordar su devuelta a los
gubernativos, acabando por ser matado en el 1923 por algunos sicarios (¿de
Ogregón?).
Después de la derrota de Villa, Carranza convocó una Asamblea Constituyente, naturalmente sin invitar a Zapata: en aquella sede fue votada una nueva Constitución y Carranza elegido Presidente de México.
Quien
seguía resistiendo - aunque aislado - era Emiliano Zapata, a su vez matado en
una trampa el 10 de diciembre de 1919.
Carranza,
puestose en choque con Obregón será matado en el 1920 y el 1° diciembre de
aquel año su rival subió a la Presidencia. En el 1924 sucederá a Obregón el
general Plutarco Elías Calles, cuya rígida política anticlerical llevó el 1°
de agosto de 1926 a una reacción del clero católico que suspendió la
celebración de funciones religiosas en todo el país. Los católicos pasaron a
la revuelta armada (dicha de los cristeros), con atrocidades cometidas por ambas
las partes: guerra civil acabada en el 1929 con la derrota de los católicos. En
el 1928 Obregón fue reelegido a la Presidencia pero el 17 de julio fue matado
por un estudiante católico. Con su muerte puede decirse convencionalmente
cerrado el período revolucionario.
EMILIANO
ZAPATA, ZAPATISMO Y ANARQUISMO
Muerto
Madero y trastornado el PLM, la bandera de Tierra y Libertad
quedó en las solas manos de los zapatistas.
Las
reivindicaciones del Plan
de Ayala en términos de radical reforma agraria no fueron vacíos
“slogans” políticos para los guerrilleros de Zapata. En la redacción del
famoso cartel revolucionario participaron elementos fuertemente radicales como
Otilo Montaño, maestro simpatizante del PLM y el grupo femenino libertario Mujeres
de Anahuac; y en el curso de la guerra civil entraron en el ejército
zapatista anarcosindicalistas como Luís Méndez, Rafael Pérez Taylor, Antonio
Soto y Gama, Jan Khna (suizo, sobreviviente de la Comuna de París) y Miguel
Mendoza. Este último, además de desarrollar una obra de educación
racionalista entre los campesinos del Morelos, fue promovedor de varios
ayuntamientos libertarios en los años desde el 1915 hasta el 1917.
Cuando ocupaban un territorio los zapatistas sencillamente expropiaban a los haciendas, y daban no ya la tierra a los individuos uno por uno, sino a las comunidades de aldea en cuánto tales para que, según sus costumbres tradicionales, las pusieran a disposición de sus miembros, con base en el principio de que la tierra debe estar al servicio de la comunidad y no del interés personal individual.
Los
zapatistas constituían un grupo socialmente homogéneo fuertemente arraigado en
las comunidades campesinas del Morelos; lo que era un obvio punto de fuerza en
aquel territorio, pero también de debilidad fuera de los confines de aquel
Estado, ya que los zapatistas fueron poco propensos a empeñarse a largo lejos
de la misma tierra.
Emiliano
Zapata, a diferencia de Villa y de Carranza, no fue un caudillo, desarrollando
en la estructura de mando de las formaciones zapatistas un sustancial papel de
coordinador, indudablemente favorecido por su enorme prestigio que otros habrían
usado bien de otra manera.
La
estructura de mando zapatista fue bastante descentrada, y los comandantes de los
varios grupos de guerrilla estaban acostumbrados a efectuar sus acciones en
sincronía entre sí, y el básico comunalismo agrario de los zapatistas permitió
que no se formaran jerarquías rígidas e institucionalizadas. También las
tradicionales estructuras de las comunidades locales obraron de modo que el
poder político y social obrase a nivel comunitario y fluyera hacia arriba de lo
bajo.
En
las zonas controladas por los zapatistas el antagonismo hacia capitalismo y
propiedad privada fue muy marcado. El centro de la organización local estuvo en
el consejo de aldea, para cuya función la expulsión violenta de los
magistrados, de los recaudadores, de los policías, etc. era la premisa
indispensable. Las decisiones se formaban en la comunidad, y por ella, no ya
recurriendo a una autoridad superior o extraña.
Los
ideales comunitarios zapatistas fueron formalizados en un documento del 1916
llamado Ley General sobre las Libertades
Municipales. El control estatal sobre los consejos de aldea fue
naturalmente abolido; los consejos directamente electos por los habitantes; el límite
temporal de los cargos fijado en un año, con posibilidad de reelección sólo
después del curso de otros dos años; el control de la gestión económica fue
prerrogativa de cada habitante.
Después
de la muerte de Zapata y la recuperación del control sobre el Estado de
Morelos, en el diciembre del 1920 el sistema de las autonomías locales fue
suprimido de autoridad y los consejos de las municipalidades fueron nombrados
por el gobierno del Estado.
Mientras
que entre los magonistas y anarquistas de las ciudades, de un lado, y Zapata y
los zapatistas, del otro, no hubieron contactos operativos directos, queda todavía
abierta la cuestión de la existencia de contactos entre Ricardo Flores Magón y
Zapata. En todo caso en el 1912 Zapata, favorable al PLM, avanzó la propuesta
de un traslado de Regeneración a
Morelos, donde él habría puesto a disposición la Fábrica de San Rafael y los
medios necesarios para hacer de ello un periodoco de nivel nacional.
La
cosa no hubo séquito por varios motivos: por las recurrentes detenciones y los
problemas de salud, Ricardo Flores Magón no tenía la posibilidad de moverse;
él, además, estaba convencido de que el mantenimiento de la sede de la revista
en los Estados Unidos habría influido mejor psicológicamente en favor de la
acción que ejercía para evitar una intervención armada estadounidense en la
Revolución mejicana, también teniendo en cuenta la gran popularidad de que
gozaba en aquel país.
Pero
Zapata no oyó sólo la influencia de Magón: un influjo directo sobre de él
fue ejercido por Antonio Díaz Soto y Gama, entusiasta de las ideas de Tolstoj y
Kropotkin, anarcosindicalista de la capital, que se unió al ejército zapatista
con otros compañeros, volviéndose pronto el ideólogo de ello.
No
sería en todo exacto caso definir tout
court anarquista a Emiliano Zapata y su movimiento, faltando aquella clara
orientación sistemática que caracterizará a Makhno o a Durruti, por ejemplo.
Sin embargo está el hecho de que las influencias anárquicas fueron las más
evidentes y muchas metas fueron comúnes,
incluso faltando una identidad global.
Va
además considerado que en el escenario político mejicano sólo los anarquistas
podían apoyar el programa zapatista y la radicalidad de medios que ello
implicaba. Lo que precisamente explica la presencia de unos anarquistas y
militantes del PLM entre los zapatistas. Desgraciadamente las cosas, en términos
generales, no fueron en este sentido, como veremos.
EL
ANARQUISMO FUERA DE LOS CAMPOS DE BATALLA - LA ALIANZA CON LA BURGUESÍA
CAPITALISTA - LA DECADENCIA
Frente
a la gran masa de trabajadores agrícolas, en el 1910 la clase obrera mejicana
era bien poca cosa sobre el plan numérico, pero en el curso de la Revolución
su nivel organizativo se acentuó notablemente. Los esfuerzos combinado de
trabajadores mejicanos y un grupo de desterrados españoles adherentes a la CNT
llevó en el 1912 a la creación de la primera central sindical, la Casa del Obrero Mundial (COM).
Organización de nivel nacional, de orientación anarcosindacalista, que entre
el 1912 y el 1918 hegemonizó al movimiento obrero. Entró en estrecho contacto
operativo con el Grupo Luz, cuyo más prestigioso exponente fue Juan Francisco
Moncaleano. Este grupo de anarquistas expresó muchas de las ideas fundamentales
de la COM en el Manifiesto Anarquista del Grupo Luz.
Francisco
Madero no fue muy liberal con la COM: la cerró, suprimió su órgano de prensa,
aprisionó a sus leaders y desterró a
los miembros extranjeros. Paralelamente apoyó, en contraposición la menos
activa Gran
Liga Obrera.
Él
no tuvo el tiempo necesario para un choque de larga duración contra los
anarcosindicalistas, pero con Huerta las cosas fueron muy peor, siendo el
general un antagonista absoluto del concepto mismo de movimiento obrero,
teniendo las manos más libres que Madero y probando el máximo placer en
usarlas. La COM, que se reforzó mientras tanto, el 1° mayo del 1913 tuvo la
osadía de convocar en Ciudad de México una grande manifestación conmemorativa
de los mártires de Chicago que reunió po lo menos 20.000 personas. Siguieron
detenciones a ráfaga y Huerta, tal como Madero, trató de dar vida a
organizaciones rivales de la COM.
Caído
Huerta, la COM se encontró en frente de un improrrogable dilema de desatar: ¿a
quién apoyar entre Villa, Zapata y Carranza? Problema de extrema delicadeza política,
en cuánto el resultado habria producido consecuencias de larga duración y, por
lo tanto, eventuales errores habrían sido fatales. Como en efecto ocurrió.
Los
más cercanos a la COM eran Zapata y los suyos, para nada cerrados respecto a
los problemas de los trabajadores urbanos. El 7 de noviembre de 1915 en los
territorios del Sur controlados por la guerrilla Zapata hizo publicar un Ley del Trabajo, que prevía la jornada laboral de 8 horas, la
prohibición del trabajo para los menores de 14 años, la entrega de la gestión
de las fábricas a cooperativas de trabajadores, el sueldo mínimo garantizado.
Tal normativa nacía del corazón mismo de la revolución campesina, de matriz
indígena comunalista. No se movía, es decir, en la diferente óptica urbana de
la COM y por lo tanto, en su autonomía formativa, no tenía en cuenta
exigencias como el control de las propiedades extranjeras, la igualdad de trato
y sueldo entre trabajadores mejicanos y extranjeros, el derecho a huelga y un
estatuto de salvaguardia para los sindicatos. Todas cosas que, naturalmente, hacían
parte del bagaje de la COM.
No
hay duda de que los dos programas se podían tranquilamente integrar y
completar, si sólo la COM lo hubiera querido preguntar, pero..., hubo un
“pero”, que habría tenido un peso determinante: la mayoría de los
zapatista cultivaban sentimientos religiosos, por lo tanto... ¡el juego fue
hecho!
¡La
funesta conclusión fue que entre la alianza con los que eran revolucionarios
intransigentes pero no ateos y la alianza con la burguesía capitalista agraria
y urbana, representada por Carranza, la pureza ateística anarquista de la mayor
parte de los miembros de la COM eligió esta última! Y de esta manera maduró
una contraposición, también sangrienta, entre obrerismo organizado y
campesinos revolucionarios.
Que
la elección no fuera digerida por todos los miembros de la COM se vio cuando -
huido Carranza de la capital y llegados Villa y Zapata - los adherentes a la COM
se dividieron en tres grupos: la mayoría quedó con Carranza, muchos de la
minoría se unieron a Villa, y lo demás se fue con Zapata, entre los cuales
Antonio Díaz Soto y Gama y Luís Méndez.
En
realidad fue Carranza que utilizó a suos nuevos y temporales aliados
anarcosindicalistas: frente a ayudas militares contra Villa y Zapata (para
Carranza vitales), les concedió mano libre en la organización del trabajo (de
cada manera revocable una vez consolidado definitivamente su poder). Los
anarcosindicalistas aliados de carranza formaron así los bien conocidos
"Batallones Rojos", que participaron enseguida en las batallas contra
los zapatistas alrededor de la capital.
Unos historiadores modernos han tratado de dar un explicación/justificación de esta alianza - indudablemente innatural sobre el plan de las premisas y de los objetivos - subrayando que el mundo de la comercialización y la industrialización, que Carranza y los suyos representaban y promovían, en sustancia era el mundo donde obraban y vivían los trabajadores urbanos. Pero está el hecho de que, desde la cárcel USA donde estaba de nuevo encerrado, Ricardo Flores Magón condenó violentemente el acuerdo con Carranza, afirmando que los anarcosindicalistas se habían vendido.
Ciertamente,
al momento ellos ricibieron víveres, dinero, equipos, locales para reunirse,
libertad de prensa y acción, pero, como notó a
posteriores Rosendo Salazar (uno de los partidarios del acuerdo) de aquella
manera la COM había firmado su condena a muerte y traicionado a sus mismos
principios en cambio de ventajas de corta duración.
La
evidencia de la anomalía de la alianza entre Carranza e la COM está en los
fundamentos de la concepción política del mismo Carranza que él no ocultaba
para nada. El futuro de Méjico para estaba representado por la empresa
capitalista, la propiedad privada de los medios de producción, el
individualismo social, el Estado fuerte que, junto a las élites
económicas habría dado proximamente bienestar a las masas.
Y
en efecto los problemas entre el Departamento del Trabajo
de Carranza y la COM empezaron pronto. En el 1916 los Batallones Rojos
fueron disueltos, se tuvo una estación de huelgas entre el final del 1915 y los
principios del 1916, y después de la devaluación del peso
mejicano y las agitaciones que siguieron se llegó al choque final entre
Carranza y lo COM, cuyo resultado era bien previsible.
La
COM convocó en julio del 1916 una huelga general con participación maciza de
los trabajadores, y Carranza envió las tropas a ocupar los locales de la COM y
aprisionar a la dirección de ella. En todo el país los soldados desmantelaron
los sindicatos adherentes a la COM encarcelando de ella los mayores exponentes;
los gobernadores de los varios Estados y los jefes militares recibieron el orden
de secuestrar toda la literatura subversiva en circulación y, si posible, de
parar a los autores.
Todo
esto sin fusilamientos - aunque Carranza hubiera vuelto a llamar en vida una
vieja norma del 1862 que asimilaba la huelga a la traición con conminación de
la pena de muerte - sólo porque inesperadamente los tribunales militares
absolvieron a los promovedores de la huelga general mandados bajo proceso.
A
este punto la derrota de los anarcosindicalistas atados a Carranza era total.
Los demás siguieron las suertes de Villa y Zapata.
En
el 1921, después de la matanza de Carranza, algunos miembros de la vieja COM,
adherentes al IWW y elementos de orientación comunista fundaron la Confederación
General del Trabajo (CGT), a la cual el gobierno manifestó enseguida su
hostilidad impidiéndole hasta utilizar el servicio postal para distribuir su
propio periódico Calle Libre.
El
gobierno dirigió entonces sus favores a la Confederación Obrera Regional Mexicana (CROM), en la pragmática
óptica carranzista que (a diferencia de Huerta) tomó acto de la moderna
inevitabilidad de los sindicados prefiriendo
tratar de someterlos antes de destruirlos. Para este objetivo la CROM fue
lo ideal: oportunista, proyectada a una conciliación entre trabajo y capital,
promotora de la profesionalización de la burocracia sindical. L CGT fue - y
quedó po lo menos hasta el 1930 - un sindicato libertario, programado sobre la
acción directa, la falta de burocratización a través de la voluntariedad y
gratuidad en los encargos, la democracia directa, el consentimiento como medio
principal por las decisiones, la autonomía con respecto al Estado y a los
partidos, el antinacionalismo, la socialización de los medios de producción.
Uno
de sus soportes fue la Federación
Comunista del Poletariado Mexicano (FCPM), organización libertaria
fundada en el 1920, conocida por haber utilizado por la primera vez los piquetes
durante las huelgas para impedir la entrada a los esquiroles en los
establecimientos.
Los
años 20 representaron un crucial período negativo para el anarquismo mejicano.
Muerto Zapata en el 1919 y subyugados a los revolucionarios campesinos del
Morelos; muerto en prisión en los Estados Unidos Ricardo Flores Magón; virada
a la derecha de 360° hecha por Soto y Gama, que fue eligido diputado y en un
discurso parlamentario pontificó sobre la impropiedad del socialismo respecto a
las necesidades de Méjico; Antonio Villa Real que se volvió secretario del
Ministerio de la agricultura; etcétera.
Además,
desde el 1930 empezaron a reducirse los ideales libertarios y los ejecutivos del
CGT se volvieron cada vez más sensibles a la corrupción ejercida por políticos
y dueños, llegando a dar cobertura sindical a las prácticas particulares de
despido. A eso se sume que mientras tanto la CROM logró sustraer espacios de
hegemonía la CGT.
Por
una reanudación de los ideales anarcosindicalistas se tendrá que esperar la
constitución, en el 1941, del Asociación
Mexicana del Trabajo (AMT), sobrevivida hasta los años '70, y cuyo
lugar fue tomado sucesivamente por el libertario Frente Auténtico del Trabajo (FAT),
presente en una quincena de Estados, orientado hacia un "socialismo
autogestionario", y cuya actividad se basa sobre cuatro sectores básicos:
obrero, urbano, campesino y cooperativista, en varias ocasiones participando en
las luchas organizadas por los colectivos anarquistas.
En
términos de liquidación material el balance del anarquismo en la Revolución
mejicana aparece ciertamente negativo. Derrotados los zapatistas, aliados con
Carranza (hemos visto los resultados) los anarcosindacalisti urbanos, quebrados
en su acción PLM y COM, forzada ausencia de Ricardo Flores Magón durante los
acontecimientos revolucionarios, deriva conservadora de los vencedores burgueses
en la Revolución. De positivo quedan materialmente el papel de los magonistas
en la preparación de la lucha contra Díaz y el anarquismo del movimiento
zapatista. Se cuentan a héroes y mártires, no a vencedores.
Pero
si es la verdad lo que dijo Gevara
– “las batallas se vencen siempre” (ya que sólo aquellas no combatidas
constituyen una derrota seca) - entonces tenemos que decir que en Méjico los
ideales anarquistas y libertarios no han muerto: las banderas (y los ideales)
del magonismo y del zapatismo han vuelto hoy a ser ondeadas en las luchas
sociales mejicanas. Pero éstas son cosas recientes, y no sabemos si presagios,
o no, de otra revolución.
BIBLIOGRAFÍA
ESENCIAL
W.
S. ALBRO, SIEMPRE REBELDE: Ricardo Flores Magón y la Revolución Mexicana,
Fort Worth 1992.
A:
ARUFFO, Messico Rivoluzionario–Da Zapata al Chiapas, Roma, 1995.
P.
AVRICH, Retratos Anarquistas, Princeton 1988.
L.
L. BLAISDELL, La
Revolución del Desierto: Baja California, 1911, Madison 1962.
B.
CARR, El movimiento obrero y la política en México, 1910-1929, México
1981.
M.
R. CLARK, El Trabajo Organizado en México, New York 1973.
J.D.
CROCKCROFT, Precursores intelectuales de
la Revolución Mexicana, 1900-1913, Austin 1968.
A.
GILLY, La revolución interrumpida, México 1988.
J.
M. HART, El Anarquismo y la clase obrera mexicana, 1860-1931, Austin 1987.
C.M.
MAC LACHLAN, El Anarquismo en el Revolución
Mexicana: Los Juícios Políticos de Ricardo Flores Magón en los Estados Unidos,
Berkley 1991.
L.
MAÑANA, Come le rivoluzioni rafforzano lo Stato. Il caso messicano, Firenze
1984.
R.
P. MILLON, Zapata: La ideología de un campesinado revolucionario, New York
1969.
J.
WOMACK Jr., Zapata y la Revolución Mexicana, New York 1968,